El síndrome de la cabaña – Miedo a salir

Esta grave situación sin precedentes que llevamos viviendo desde hace ya algo más de dos meses, a causa de la emergencia sanitaria producida por la pandemia del coronavirus, nos ha cambiado toda nuestra estructura de vida de una forma importante, llevándonos a un confinamiento total en nuestros domicilios y reduciendo drásticamente el contacto social con nuestros entornos habituales.

Han sido y son unos momentos complicados para todos, se ha parado el mundo, las personas, las empresas, la economía, etc… una situación cuyos detalles hemos ido conociendo casi al minuto a través de los medios de comunicación y que nos ha reportado momentos muy tristes respecto el  número de fallecidos, alcanzando algunos días elevadas cifras con más de 800 fallecidos diarios, y  en los cuáles muchos de nosotros hemos vivido en primera persona la infección y/o muerte de un ser querido.

Indudablemente ante este escenario, resulta bastante difícil evitar que no nos afecte a nivel psicológico en mayor o menor grado. A ello, hemos de añadir las repercusiones que han tenido y están teniendo en el empleo y en los ingresos, escenarios en que muchas familias han visto reducidos considerablemente sus ingresos adentrándose en una etapa de gran incertidumbre respecto a sus planes de futuro, salud, empleo, ingresos, etc… Esta suma está dando lugar a situaciones que están generando episodios de ansiedad y que afectan a todo tipo de personas. Todos nos planteamos las mismas dudas e imaginamos los peores escenarios posibles:

‘¿Qué pasaría si…?’, Seguido del peor escenario que el cerebro puede idear».

¿Qué pasaría si me quedo sin trabajo?

¿Que pasaría si me infectara yo, mi pareja o mis hijos?, etc…

Desde nuestro punto de vista profesional, sabemos que la actual situación puede afectar nuestro el día a día, sobre todo ahora, al principio, cuando estamos iniciando los procesos de desescalada y abandonando alguna de las restricciones que nos habían sido impuestas y recuperando poco a poco nuestra normalidad.

Ahora que ya se puede salir a dar paseos y practicar deporte, nos hallamos en una situación en que no todo el mundo se encuentra seguro de volver a empezar a salir, todavía hay muchas personas que retrasan estas salidas porque se sienten vulnerables y asustadas, no ven claro estas salidas y la sola idea de abandonar su domicilio les genera ansiedad. Son en estos momentos cuando empezamos a tomar conciencia de que algo en nuestro interior ha cambiado y que la situación vivida a causa de esta pandemia en algo nos ha afectado.

Últimamente en los medios de comunicación hemos podido leer y escuchar una dolencia denominada » el síndrome de la cabaña» que está afectando a un número creciente de personas. Este síndrome todavía no aparece en los manuales de psicología o psiquiatría, ya que se trata de un concepto nuevo que surge a modo de respuesta ante esta anómala realidad que vivimos a  causa del coronavirus COVID-19.

El Síndrome de la Cabaña lo podríamos catalogar como una variable de la «Agorafobia»  pero producido por esta situación y aislamiento social, la persona siente miedo a salir a la calle, miedo a enfrentarse al mundo y correr el peligro de exponerse a un riesgo invisible que genera el adquirir el virus, por el temor a la posibilidad de contagiarse o contagiar a la familia.

 

¿Por qué hay unas personas que son más propensas a sufrir estas consecuencias?

En un principio, las personas  no partimos de la misma situación, ni en términos de salud, ni en situaciones familiares y laborales.

En el ámbito mental, influye muchísimo el entorno en el que vivimos y las situaciones sobrevenidas como es el caso de la pandemia actual se interiorizan rápidamente en  la vida de las personas, generando situaciones que pueden causar tanto picos de felicidad y bienestar como de tristeza y desesperación , bloqueo, estrés etc mellando nuestra estabilidad y desatando inseguridades.

Observando toda esta situación mediante el análisis de la forma en que las personas han cumplido el confinamiento, podemos llegar a entender un poco mejor esas consecuencias que están experimentando los diferentes individuos que forman una sociedad.

En primer lugar, dependiendo del comportamiento que han mantenido las personas durante el confinamiento podríamos distinguir tres grupos:

En el Primer Grupo, hallamos el conjunto de personas que han cumplido correctamente las normas impuestas y han procurado centralizar la compra a un día de la semana. Personas que han intentado mantener sus rutinas y que las veías en la terraza de casa realizando algún tipo de ejercicio o caminando de un lado a otro de la terraza. Este grupo salía bien protegido con mascarilla y guantes incluso llevando gorro si el tiempo lo permitía. Son personas que tanto por la obligación social como por el miedo a poder contagiarse, han cumplido perfectamente todas las directrices pautadas por el estado de alarma.

El Segundo Grupo es el aquellas personas que independientemente de querer o no querer cumplir  con el confinamiento, teniendo miedo o no a contagiarse, se han visto obligadas a desplazarse diariamente por motivos y obligaciones profesionales, utilizando el medio de transporte que tenían a su alcance.

El Tercer Grupo,  es el grupo de los insolidarios, los que piensan que esta situación no va con ellos, ya sea por edad, por no estar de acuerdo con la restricción de movilidad, por no apreciar la magnitud de la pandemia etc. Personas que además de no cumplir con el confinamiento, generalmente han ido por la calle sin las medidas de protección estipuladas y no respetando la distancia social.

 El primer grupo en este caso seria el mas propenso a sufrir este Síndrome de la Cabaña, experimentando todo estos tipos de sensaciones de estres, angustia, miedo o ansiedad, ocasionadas por demasiado tiempo sin salir a la calle y sin estar en contacto con otras personas.

¿Como debemos enfrentarnos al síndrome de la cabaña?

Lo aconsejable es que nuestras primeras salidas se realicen de manera gradual, que seamos nosotros los que marquemos las pautas, cuando vamos a salir, como vamos a hacerlo, donde vamos a ir y quien nos puede accompañar, nosotros somos los que debemos llevar el control, sentir que estamos haciendo lo que nos hemos propuesto, porque esto nos dotara de una mayor seguridad y confianza en nosotros mismos. No dejemos que nadie nos presione.

En el caso de veamos que seguimos con esas sensaciones cuando hablamos de salir a la calle y sintiéramos que no nos vemos capaces de ir avanzando por nosotros mismos tendriamos que acudir a un profesional para solicitar ayuda para afrontar este proceso.